¿Qué es el internet de las cosas (IoT)?
También conocido por las siglas IoT, el internet de las cosas es una red de dispositivos electrónicos conectados entre sí los cuales, gracias a la tecnología pueden interactuar entre ellos y compartir información en la nube. En ese sentido, cualquier aparato electrónico, más allá de los ordenadores y los teléfonos móviles, que puedan albergar un chip son susceptibles de almacenar información del usuario y de compartirla (frigoríficos, aspiradoras autónomas, televisores, relojes, aparatos de aire acondicionado, etc.).
Dichos chips convierten a los objetos cotidianos en inteligentes, procesando una información bidireccional con internet y haciéndonos la vida más fácil como usuarios.
¿Cómo funciona el IoT?
La clave está en la recopilación e intercambio de información (datos) en tiempo real. Para ello, debemos contar con los siguientes elementos:
En primer lugar, los llamados dispositivos inteligentes: aparatos electrónicos a los que se les introduce un chip y se les dota de capacidad de computación (manejar información de uso)
Para que esa información pueda ser procesada y compartida, necesitamos un programa informático o software basado, fundamentalmente, en inteligencia artificial, capaz de analizar los datos recibidos y tomar posteriores decisiones basadas en ellos. Estas decisiones son trasladadas de nuevo al dispositivo para que este reaccione de manera inteligente.
Por último, para poder interactuar con estos dispositivos, se necesita una interfaz de usuario gráfica, que normalmente es una aplicación móvil o una página web a través de la cual podemos registrar y controlar a distancia nuestros dispositivos inteligentes.
¿En qué ámbitos puede utilizarse el internet de las cosas?
Podríamos resumir nuestra respuesta en dos palabras: en todos. Cualquier aspecto de nuestra vida es susceptible de mejorar gracias a la inteligencia artificial aplicada al internet de las cosas, tanto en el ámbito doméstico, como en el laboral, el educacional, el industrial, el agrícola, etc… Tan sólo necesitamos que los elementos o dispositivos que manejamos puedan integrar el chip que permita la recopilación e intercambio de datos.
Por tanto, las aplicaciones del internet de las cosas son tantas como los ámbitos en que se pueda necesitar asistencia.
¿Podemos ver algunos ejemplos de aplicación de la IoT?
Son muchos y variados. Pensemos en nuestro coche. Conectado a internet, puede darnos información exacta de nuestro comportamiento al volante y de su repercusión en el consumo de combustible, con el fin de mejorar nuestra conducción y propiciar un ahorro económico sustancial.
También puede alertarnos del desgaste de sus piezas y de los plazos para su revisión o de las calles cercanas que cuentan con plazas libres de aparcamiento. Si se lo prestamos a nuestros hijos, podemos hacer un seguimiento en vivo de sus movimientos. Puede avisar automáticamente al taller en caso de avería indicando el diagnóstico preciso e, incluso, en caso de accidente, avisar a familiares y/o servicios médicos con nuestra ubicación exacta.
También puede estar conectado a nuestro hogar, para poder programar el aire acondicionado, la calefacción o el encendido de luces en función del tiempo que nos reste por llegar. Esas mismas luces, dentro del hogar, o cualquier otro tipo de aparato eléctrico doméstico, puede apagarse si detecta un periodo prolongado sin uso.
De la cocina a las grandes superficies
El frigorífico puede avisarnos de los alimentos que estamos a punto de terminar de consumir y que necesitan ser repuestos, conectando directamente con nuestro supermercado de confianza para que podamos realizar la compra online y al momento. El resto de la casa, y en función de las condiciones climáticas externas, puede abrir persianas para que entre el sol, cerrar ventanas para que no entre la lluvia, aclimatar la casa a una temperatura fijada previamente, etc…
El IoT, aplicado a grandes superficies, también puede hacer que los edificios y las ciudades sean inteligentes, que los agricultores puedan gestionar el riesgo de sus campos desde su propio domicilio o que una empresa de mensajería pueda saber en cada momento la ubicación de los paquetes que reparte, avisando de su proximidad al cliente para mejorar la weficacia en su entrega.
¿Cuáles son los inconvenientes del internet de las cosas?
En primer lugar, el hecho de compartir datos personales en las redes y en la nube, al no estar cifrada (protegida) convierte nuestra información en vulnerable, susceptible de ser recibida por personas o dispositivos ajenos a nuestras intenciones y que dicha información pueda ser utilizada para fines para los que no estaba previsto, incluso delictivos. Así mismo, el hecho de que nuestra intimidad se abra al espacio público puede generar problemas de carácter ético y legal (¿cómo y para qué se usa nuestra información?)
Por otro lado, siguiendo con los inconvenientes del internet de las cosas, está el acceso a la tecnología. Para poder adquirir los dispositivos adecuados con los cuales beneficiarnos del IoT, se requiere de una inversión económica que no todo el mundo tiene capacidad de realizar. La propia disponibilidad y disposición al acceso a internet, así como el todavía significativo rechazo por parte de algunos usuarios a compartir su información privada, también condiciona su posterior uso, provocando una brecha digital en la sociedad que puede llegar a provocar desequilibrios territoriales y sociales.
Y no menos importante es la compatibilidad de las diferentes tecnologías. Como sucede con la telefonía móvil y sus diferentes sistemas operativos (Android, IOS…), puede darse el caso de incompatibilidades tecnológicas entre dispositivos, anulando su correcta funcionalidad.
Futuro próximo del internet de las cosas
Parece ya bastante claro que el internet de las cosas ha venido para quedarse. Una tecnología que, aplicada correctamente, sirve para hacerle la vida más fácil a las personas y, por tanto, para mejorar su calidad de vida, tiene por delante un recorrido y un abanico de posibilidades prácticamente ilimitado, más aún cuando estamos comprobando que la tecnología, cada vez más, avanza a velocidad exponencial y es cada vez mayor el ámbito de introducción y aplicación de la inteligencia artificial.
En el futuro más inmediato, la ética digital y la ciberseguridad van a ser dos elementos fundamentales para que estas nuevas tecnologías puedan ser de dominio público, de uso universal y con garantías legales.